No hubo en el siglo XVIII compositor que pudiera igualarse en predicamento a Corelli. Citado por unos, imitado por otros, admirado por todos, el influjo de su equilibrado estilo impregnó, en un fenómeno sin apenas parangón en la historia, a casi todos los músicos de aquella centuria. Hubo, además, quien mostró su estima por el maestro reelaborando sus obras. El caso más conocido es el de F.X. Geminiani y la orquestación de la Opus V. Pero no fue el único. Tras haber asombrado a medio mundo como violinista y haberse proclamado seguidor del de Fusignano en su Opus I, Francesco Maria Veracini (1690-1768) quiso homenajearle componiendo unas Disertazioni sopra l'Opera Quinta del Corelli, una visión propia de la que en toda Europa se consideraba paradigma de la escritura para violín. Desde el más profundo respeto, conservando íntegramente muchos de los temas corellianos, sin modificar sino ocasionalmente fraseo y tiempos, sacrificando incluso su gusto por el virtuosismo, Veracini enriqueció el material contrapuntístico, tendiendo a extender y dar mayor desarrollo a las ideas musicales originales y dejando una obra que en ocasiones muestra mayor solidez estructural, en otras mejora la coherencia melódica o introduce simetrías donde no las había sin perder el sentido de la unidad global. El resultado es tremendamente sugestivo: una música que al mismo tiempo es y no es de Corelli, es y no es de Veracini, una fascinante fusión que el violín de Federico Guglielmo y el clave de Andrea Coen traducen con una pureza y una sobriedad seductoras. Esperamos con interés las seis últimas sonatas. Mariano Acero Ruilópez (https://www.diverdi.com/portal/detalle.aspx?id=14904)